La Conversión Y La Humildad
Essay October 2018
Mi lucha contra la adicción estaba devorándome las entrañas, y no podía encontrar otra salida que crucificar a mi hermano. Como hacían los monjes en la Edad Media cuando se flagelaban las espaldas por haber pecado, yo me flagelaba psicológicamente muy duro y hacía eso con los demás.
Descubrí que mi relación con el otro siempre es un reflejo de mi relación conmigo mismo. Por eso es que los demás me reflejan, me muestran lo que no quiero ver. Estaba resentido con ellos porque creía que me mostraban una “imagen falsa” de mí. No la imagen de alguien más evolucionado, más espiritual, sino de alguien como cualquiera, la imagen real.
Yo hablaba de humildad, le daba gracias a Dios, pero en mi corazón no había humildad. Ponía la rodilla en el suelo, pero mi corazón estaba lleno de soberbia. Hasta que la máscara se me cayó. De eso es difícil hablar, porque las palabras son muy poco precisas para expresar ese tipo de experiencias. El hecho fue que vi con toda claridad en mi mente el engaño en el cual estaba atrapado.
Fue doloroso, tengo que reconocerlo, pero fue sanador. Dejé de ocuparme en lo que los demás vivían y me enfoqué en lo que yo experimentaba. Descubrí la envidia, la intolerancia, el deseo de reconocimiento. Y eso fue suficiente para que en adelante algo en mí cambiara.
Quizás nadie se percató de este cambio, pero eso no importa. Yo sé que existe un Dios que vela por nosotros, y sé que nos prometieron una paz que no es de este mundo. Sé que es posible experimentarla, una paz que todo lo sana.
Rafael G., Columbia
The Conversion And Humility
[A Google Translation]
My fight against addiction was devouring my insides, and I could not find another way out to crucify my other self. As the monks did in the Middle Ages when they flagellated their backs for having sinned, I flogged myself psychologically very hard and did that with others.
I discovered that my relationship with the other is always a reflection of my relationship with myself. That is why others reflect me to me, showing me what I do not want to see. I resented them because I thought they showed me a “false image” of me. Not the image of someone more evolved, more spiritual, but of someone like anybody else, the real image.
I spoke of humility. I thanked God, but in my heart there was no humility. I put my knee on the floor, but my heart was full of pride. Until, the mask fell off. That is difficult to talk about, because the words are very inaccurate to express that kind of experience. The fact was that I saw clearly in my mind the deception in which I was trapped.
It was painful, I have to admit it, but it was a healer. I stopped preoccupying myself in how others lived and focused on what I experienced. I discovered envy, intolerance, and the desire for recognition. And that was enough for me to change something from then on. Maybe nobody noticed this change, but that does not matter. I know there is a God who watches over us, and I know that they promised us a peace that is not of this world. I know that it is possible to experience it, a peace that heals everything.
Rafael G., Columbia
